domingo, 8 de diciembre de 2013

Cuidar de mi (I)


Para empezar a cuidar de mi he introducido un primer cambio en vida: el deporte.

Hago ejercicio y reconozco que me siento y me sienta bien. 

Largas caminatas, a veces en compañía de mi perro y siempre al son de la música. Mientras camino rápido o hago algún trotecillo (esto vamos poquito a poco) me olvido de mis problemas y se alejan las sumas y restas de mi cabeza. Por ese tiempo se diluyen las facturas, se desdibujan los nubarrones y sólo veo el brillo del sol, los caminos empinados y en la distancia, los picos ya nevados de la lejana sierra. El viento serrano atraviesa mi piel y lejos de incomodarme, adoro la sensación de aire fresco y renovado.

Mi tez está adquiriendo un bonito color, han vuelto a aparecer las pecas en mi rostro, mis piernas se van torneando, ganando en fuerza y flexibilidad.

Lo mejor de todo es la plenitud de todos los sentidos durante ese tiempo que es sólo para mi, porque es exclusivamente mío.









martes, 3 de diciembre de 2013

Cambiar, cambiar, cambiar...


Llevo un tiempo intentando dar un nuevo rumbo a mi vida, voy lento, voy despacio, pasito a pasito. Yo soy así. Testaruda, cabezota, seguía intentando esclarecer una verdad que nunca se sabrá, porque ni los mismos protagonistas saben dar cuenta de ella. Todos mienten.

Debo reconvertir mi vida, no empezar de cero, eso es imposible con todo lo que tengo encima, debajo, detrás y a los lados jamás podré hacerlo, aunque no niego que a veces me he sentido tentada a cambiarme de piel. Esta misma piel que envejece, por los años vividos y por las penas. Cambiarme de nombre, el mismo que tan poco vuelo me ha dado. Cambiar mi identidad, de la que me sentía tan orgullosa y que apenas reconozco.

Cambiar, cambiar, cambiar...

Cambiar mis palabras, cambiar mi discurso, porque "¡qué pesada soy!"

Dejar de echar de menos la vida que fue y no dio más de si y que vista con los ojos de hoy fue una porquería. Forjarme otra nueva, distinta, mejor, a mi medida... 

Una vida por y para mi.

...

Pero, de verdad, ¿se puede hacer?