Para empezar a cuidar de mi he introducido un primer cambio en vida: el deporte.
Hago ejercicio y reconozco que me siento y me sienta bien.
Largas caminatas, a veces en compañía de mi perro y siempre al son de la música. Mientras camino rápido o hago algún trotecillo (esto vamos poquito a poco) me olvido de mis problemas y se alejan las sumas y restas de mi cabeza. Por ese tiempo se diluyen las facturas, se desdibujan los nubarrones y sólo veo el brillo del sol, los caminos empinados y en la distancia, los picos ya nevados de la lejana sierra. El viento serrano atraviesa mi piel y lejos de incomodarme, adoro la sensación de aire fresco y renovado.
Mi tez está adquiriendo un bonito color, han vuelto a aparecer las pecas en mi rostro, mis piernas se van torneando, ganando en fuerza y flexibilidad.
Lo mejor de todo es la plenitud de todos los sentidos durante ese tiempo que es sólo para mi, porque es exclusivamente mío.
Lo mejor de todo es la plenitud de todos los sentidos durante ese tiempo que es sólo para mi, porque es exclusivamente mío.